IV
Qué difícil lograr escribir para ti,
pues encandilas mi razón,
difícil es concentrarse pensando en tu mirada,
en tu sonrisa, en tus finos rasgos, en tu candor.
Elegante flor de primavera,
me embriaga tu femineidad,
la sutileza de tu voz, la clara piel de tu cuerpo,
al que nada ha de faltar.
Oír tu voz es como oír el mar,
pero un mar calmo, rompiendo suavemente sobre la orilla,
con sus aves costeras y su suave cantar.
Tus cabellos son como algas sobre el hermoso coral,
a los que solo el viento y el agua pueden tocar.
Tu mirada es como el sol naufragando en el mar,
y sus coloridas nubes donde la belleza se ha de reflejar.
Tu cuerpo es como la suave, blanca y cálida arena,
donde las suaves dunas confunden mi observar.
Además este conjunto es armonioso con tu personalidad,
tu simpatía es el suave calor que no ha de dañar.
Generosa mujer de entereza sin par,
pecador es aquel que pasó por tu lado sin reparar.
Gracias te doy porque he vuelto a amar,
aunque sea difícil que alguna vez te pueda lograr,
quizá el destino lo haya querido así,
o fue culpa del tiempo que no se haya podido dar.
Quizá hurgaré en la vida buscando otra igual,
más sé que no la podré hallar,
pues con tu nombre hay muchas,
pero tú eres sin igual.
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